martes, 23 de septiembre de 2014

Como principio para otro de mis soliloquios, he de decir que si en algún momento os resulto demasiado pesado o cargante con mis historias de la vida de un adolescente crecido, o como me dicen ciertos personajes virtuales, y alguna no tanto, "neonato", pararme, amordazarme la boca, esposarme pies y manos, quitarme la conexión a internet y encerrarme en un desván.

Y tras esta breve introducción, voy a daros la chapa de nuevo ;)

Acabo de empezar a resetearme.

Acabo de darme cuenta de que me estoy reseteando.

Y acabo de darme cuenta de que me gusta más de lo que yo pensaba.

Soy una persona de costumbres. Para sacarme de mi zona de confort, anda que no cuesta ni nada. Digamos que todo el tiempo he estado inmerso o más bien atrapado en una burbuja, y tan a gusto oiga.

Peeeeeeeeeeeeero (siempre hay un pero), desde aquel momento de soledad experimental, algo en mi mente cambió. No me preguntéis el qué porque ni yo mismo lo sé, pero fue como si algo hiciese "clic" en mi cabeza.

Tal vez también tenga que ver por eso que dicen de "mens sana in corpore sano", y se ve que con el ejercicio que estoy haciendo (que por cierto, es una matada monumental aunque altamente recomendable), ha desencadenado distintas reacciones "existenciales" mentalmente hablando.



jueves, 4 de septiembre de 2014

Si estáis leyendo esto, es que estoy de vuelta en la urbe. Vuelvo a tener Wi-fi, vuelvo al ruido, a la civilización estresada, a volver a ver los amigos, a salir, a todo vamos.

¡Pero ahora me quiero volver!

Si, doy mas vueltas que el London Eye, pero para eso hago lo que quiero que para algo soy mío.

Dios mío.

Ayer llegué a Madrid a eso de las ocho y pico de la tarde. El viaje ya empezaba un poco reguleras, porque nada más salir a la carretera camino de Madrid, la única tormenta, o mejor dicho, tromba de agua, de todo el verano. No llover ni un solo día (con lo que me gusta) en todo el santo verano, y el último día llover. Mal augurio.

Después de eso, casi nos comemos dos coches por el agua, gracias a las múltiples frenadas indiscriminadas que pegaban los coches de delante. Luego un accidente, retención por policías y llegada a Madrid. Mal augurio.